Hay dos tipos de personas:
A) Las que se levantan con más hambre que después de una maratón.
B) Las que miran el desayuno como si fuera una traición al estómago.
Si eres del grupo B, esta es para ti.
Hay quien dice:
“A mí hasta las 11 no me entra nada, lo único que quiero es café y silencio”.
Lo entendemos. Pero tu cuerpo no entiende de silencios. Necesita gasolina. Aunque sea poquita.
Nuestros batidos están diseñados para que entren suave, sin revolver el estómago.
No son pesados, no empalagan, no saben a esas cosas raras con sabor a “vainilla y cartón húmedo”.
Tienen la textura justa, los sabores ricos y reales, y puedes tomarlos poco a poco, como si fueran un café con algo más de amor propio.
Y si hoy simplemente no te apetece tragar, también puedes tomar solo medio batido, guardarlo en la nevera, y acabarlo más tarde. El desayuno no tiene por qué ser un evento, puede ser un proceso.